2020, un año que nos replanteo la vida de una manera inesperada, nos llevó a una transformación, nos obligó a hacer el uso inteligente del conocimiento para preservar la vida y nuestro entorno.
Fue necesario hacer una pausa para reflexionar hacia dónde encaminar nuestros pasos. La nostalgia se hizo presente cuando sólo podíamos mirar el mundo a través de una ventana, hubo tristeza al sentir la añoranza de un abrazo por parte de aquellos a los que amamos.
La pandemia nos brindó la oportunidad de enfrentarnos a nosotros mismos de manera abrupta, de buscar estabilidad en el cambio y adaptarse con creatividad a nuevos paradigmas.
Fundación CAAAREM demostró que la generosidad va acompañada de empatía, conocimiento e imaginación; ante la adversidad, la familia del gremio aduanal se hizo más fuerte, consciente, bondadosa y apasionada por nuestro México.
Sabemos que la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades particularmente para las niñas, los niños y los adolescentes se incrementaron. Esta realidad nos urgió no solo a adaptarnos sino a repensarnos y transformarnos hacia una Fundación que articula inversión y talento con aliados estratégicos para dar soluciones posibles, y tangibles.
Quiero agradecer a las y los Agentes Aduanales, que nos respaldan con gozo, con amor, con confianza; a aquellos que nos abren brechas sin interés alguno, a aquellos aliados que siempre nos dan la mano, y que siempre están presentes en cada paso, a aquellos que de una u otra manera demuestran su compromiso al propósito de Fundación: “Impulsar el poder de las niñas, niños y adolescentes para que cumplan su sueños”
Demos paso al principio de la transformación de nuestra Fundación, a una nueva forma de ver y vivir, una oportunidad para revalorar la condición humana, redescubramos lo que antes parecía ser invisible: la belleza de vivir.
“Pero, ¿de verdad vivimos? Vivir sin saber qué es la vida… ¿será vivir?”. – Fernando Pessoa